Hace unos días recibí un correo, que considero de interés, relacionado con la gramática. La lengua, como representación y expresión de la cultura, refleja la realidad en que vivimos. Y es cierto que la lengua demuestra el carácter sexista que ha predominado y predomina en nuestra sociedad.
Sabemos que el idioma está en constante evolución y pretende eliminar estas barreras pero, ¿dónde se encuentra el límite de lo correcto? Cabe hacer mención al artículo «Miembras y carnes de miembrillos» del escritor Arturo Pérez Reverte, aparecido en el Semanal núm. 1079, del 29 de junio al 5 de julio, quien con buen criterio, levantó la voz para clarificar ciertas divergencias sobre masculinos y femeninos con la ministra Bibiana Aído y sus «miembras», que os enlazo para que lo leáis.
Y este es el apunte de gramática que me llegó por correo electrónico:
¿PRESIDENTE o PRESIDENTA?
«En español existen los participios activos como derivados de los tiempos verbales.
El participio activo del verbo atacar, es atacante;
el de salir, es saliente;
el de cantar, es cantante;
el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser?
El participio activo del verbo ser, es ‘el ente’. ¿Qué es el ente?.
Quiere decir que tiene…entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final ‘-nte’.
Por lo tanto, a la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que esa persona tenga.
Se dice capilla ardiente, no ardienta; se dice estudiante, no estudianta;
se dice paciente, no pacienta;
se dice dirigente y no dirigenta.
Nuestros políticos (y muchos periodistas) no sólo hacen un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española.
El que mandó esto frustró a un grupo de hombres que se había juntado en defensa del género, que ya habían firmadoel dentisto,, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el turisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el violinisto, el telefonisto, el gasisto, el trompestisto, el techisto,
el maquinisto, el electricisto, el oculisto… y, sobre todos… ¡el machisto! »
Haremos una excepción con la obra de Leopoldo Alas, Clarín y su «Regenta», digo yo.